jueves, 10 de noviembre de 2011

Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral (OAVL)


El concepto de dignidad en el trabajo comprende tanto los aspectos referidos al salario justo, la protección social y condiciones ambientales adecuadas para los trabajadores y trabajadoras como también incumbe a las relaciones interpersonales en el ámbito laboral.
La violencia laboral atenta contra los derechos humanos, el trabajo digno y la integridad de las personas. Afecta gravemente la salud física y mental de las personas, la vida laboral y social y la organización toda.
Según la OAVL, violencia laboral es: “toda acción, omisión o comportamiento, destinado a provocar, directa o indirectamente, daño físico, psicológico o moral a un trabajador o trabajadora, sea como amenaza o acción consumada. La misma incluye violencia de género, acoso psicológico, moral y sexual en el trabajo, y puede provenir de niveles jerárquicos superiores, del mismo rango o inferiores.”
La OAVL tiene asignada las siguientes funciones:
• Atención de consultas y/o recepción de denuncias sobre violencia laboral y asesoramiento en aspectos legales y en lo referente a la salud psicofísica.
• Elaboración de una base conceptual, empírica, legislativa y documental, atendiendo las perspectivas locales, nacionales e internacionales.
• Establecer vínculos de cooperación y asistencia con áreas internas del Ministerio, otros organismos públicos y privados, nacionales e internacionales con objetivos similares o complementarios.
• Realizar y promover tareas preventivas mediante la realización de actividades de sensibilización, difusión y capacitación sobre el tema hacia diferentes sectores que, en distintas formas, tengan intervención o sean alcanzados por esta temática.

Principalmete las mujeres son las que subren maltratos en los trabajos. Esta es una oficida dedicada a que estos casos de maltratos no sucedan más.

sábado, 5 de noviembre de 2011

El trabajo de la mujer

Un dato significativo de los últimos 15 años es la importante incorporación de las mujeres al mercado laboral. Pero mientras en los países desarrollados el trabajo femenino puede considerarse un avance social, la creciente feminización de la fuerza laboral, en América Latina en general y en la Argentina, en particular, no tiene el mismo auspicioso significado.Según la medición de agosto de la Encuesta de Hogares del INDEC para la Capital y el Gran Buenos Aires, el 40% de los 5,3 millones de personas que componen la fuerza laboral son mujeres. En 1985 ellas representaban el 33% de los 4 millones de activos. Desde 1991, la oferta laboral femenina creció más de 7 veces por encima de la de los hombres.Este crecimiento, sin embargo, no se corresponde con una mejoría en la situación laboral sino todo lo contrario. Los datos del INDEC son elocuentes: mientras la desocupación femenina alcanza al 16,9%, la de los hombres es del 12,2% y la subocupación las afecta en un 19,2%, frente a un 10,3% que castiga a los varones.La causa más significativa de la importante presencia laboral femenina durante la última década está dada por la falta -por desocupación- o insuficiencia de los ingresos familiares aportados por el varón. La merma de recursos ingresados por los hombres empujó a las mujeres a buscar empleo, en un momento de profunda reestructuración, achicamiento y precarización del mercado de trabajo.Una de las consecuencias es el crecimiento del desempleo femenino y otra el reforzamiento de un rasgo preexistente: las mujeres obtienen empleos en condiciones más precarias y peor remunerados. Los expertos señalan que la diferencia de ingresos arraiga, por un lado, en la tendencia latinoamericana a segmentar el mercado laboral en tareas femeninas y masculinas. Por el otro, en la tradición de concebir el trabajo femenino como complemento del ingreso del marido y, por ende, con menor exigencia remunerativa. Pero ademásse destacan motivos discriminatorios. Porque para muchos empleadores sigue siendo problemático incorporar como trabajadora a una mujer que cumple con sus deberes, simultáneamente, de madre y ama de casa. Esta última cuestión, la de mayor complejidad cultural.Parece quedar, entonces, un largo trecho antes que la participación de la mujer en el trabajo refleje el progreso que se ha realizado en materia de no discriminación e igualdad de oportunidades.